CUENTO PARA REALIZAR EN POWER POINT

EL LOBO BUENO
Érase una vez un lobo que era muy desgraciado, no tenía amigos, estaba muy solo, comía muy poco porque no encontraba comida y agua podía beber porque había un río, pero el problema era que el río estaba en el pueblo de al lado y la gente lo trataba muy mal, le pegaban, le tiraban piedras, le
insultaban… porque habían leído en los cuentos que los lobos eran animales muy terroríficos.
Un día que el lobo se encontraba escondido tras unos árboles, vio que había muchos niños jugando en la plaza del pueblo. Se dio cuenta de que los niños eran buenos amigos, que se lo estaban pasando muy bien, que se prestaban todos los juguetes y que repartían las golosinas. Todo esto hizo pensar al lobo en el valor tan importante de la amistad y lo estupendo que es tener amigos de verdad.
El lobo pensó que quería conseguir tener amigos (sobre todo niños) para no estar solo y que le dieran comida y agua para no tener que ir al pueblo de al lado. No quería que le pegaran ni que le insultaran porque se sentía muy desgraciado.
El lobo les decía a las personas que él no se comía a nadie, que no era terrorífico, que no mordía, que nunca en su vida había hecho daño a nadie, que era incapaz de asustar a un niño… es decir, que era un lobo bueno, pero la gente no le creía y le seguían haciendo lo mismo. Un día se le ocurrió una idea: se fue al campo y cogió lana de las ovejas y se la pegó por el cuerpo, se pintó las patas de rosa y también la cara. Abría la boca muy poco para hablar porque así no se le veían los colmillos y
dientes afilados. Cuando fue al pueblo consiguió que los niños no se dieran cuenta de que
era un lobo y que pensaran que era un precioso cordero. De esta manera bajaba todos los días al pueblo a jugar con los niños y aunque éstos compartían sus juegos y golosinas el lobo se sentía mal porque pensaba que los estaba engañando. Entonces pensó que tenía que contarles su secreto y empezó a decirles que había algunos lobos que eran buenos. Al principio los niños no lo creían y él les decía: «si yo fuera un lobo siempre os defendería». También les preguntaba: «¿si yo fuera un lobo os asustaríais?» Entonces los niños se echaban a reír y le decían que eso no era posible. Un día los niños salieron de excursión a pasear por el monte con el lobo. Tenían que cruzar un río y uno de ellos se cayó. El lobo no se lo pensó y se tiró al río para salvarlo. Al tirarse al agua se le borraron las patas y la cara que estaban pintadas de rosa. Los niños se asustaron y le preguntaron quién era de verdad. Entonces se quitó la lana que tenía pegada al cuerpo y les dijo: …»yo no os quería engañar, sólo quería que supieseis que soy un lobo, pero bueno…» Desde entonces se hicieron amigos para siempre.

JULIO HERRERA FRIAS, 11 años
Algeciras (Cádiz)