EL SISTEMA EXCRETOR

El sistema excretor es aquel que se encarga de eliminar de nuestro cuerpo todos los desechos metabólicos producidos por la actividad celular, tales como sustancias químicas, dióxido de carbono y el excedente de agua y calor. Este sistema consiste en estructuras especializadas y redes de capilares que participan en el proceso excretor.

Las células del cuerpo humano hacen uso de la comida y la bebida que se ingieren para poder cumplir con sus funciones vitales. En este proceso se produce una serie de transformaciones de la materia y la energía, que generan sales, compuestos nitrogenados, dióxido de carbono, agua y calor, excedentes que el cuerpo no requiere.

Riñones y otros órganos del cuerpo humano

En resumen, toda una cantidad de desechos que tienen que ser eliminados para poder mantener la salubridad de todo el sistema. Ningún ser vivo, ni los organismos unicelulares ni los pluricelulares puede vivir mucho tiempo si acumula sus propios productos de desecho, de forma que estos son eliminados de las células pasando al fluido que la rodea y de ahí, a la sangre.

La sangre luego transporta estos productos de desecho hasta los órganos de nuestro aparato excretor, para eliminarlos de nuestro cuerpo.

Partes principales del sistema excretor y sus funciones

En el sistema excretor humano intervienen principalmente, los siguientes órganos:

Los riñones

Son los órganos principales del aparto excretor. Eliminan cerca de las tres cuartas partes de los desechos de nuestra sangre y los concentra en la orina que es excretada.

Los riñones son dos, tienen forma de judía y tienen el tamaño aproximado de nuestro puño, ligeramente más pequeños que el corazón. Se encuentran en la parte supero posterior de la cavidad abdominal, uno a cada lado de la columna vertebral.

Dos grandes arterias que se ramifican directamente de la aorta, la arteria principal del cuerpo, transportan mucha cantidad de sangre constantemente hasta los riñones (aproximadamente unas 20 veces cada hora).

El proceso de excreción lo hacen los dos riñones por igual; la arteria renal que transporta la sangre al riñón, se ramifica en vasos cada vez más pequeños; estos capilares se llaman glomérulos, y logran penetrar en estructuras microscópicas llamadas nefronas.

Hay cerca de un millón de nefronas en cada riñón, cada una formada por diminutos conductos llamados túbulos que miden en total, unos 80 kilómetros. Estas diminutas nefronas son las unidades funcionales y estructurales de los riñones.

Más de la mitad de la sangre es plasma, que es casi en su totalidad, agua. Cerca de una quinta parte del plasma de la sangre atraviesa por presión las paredes de los capilares al interior de los riñones.

En el plasma viajan tanto las sustancias de desecho como las vitales. Gradualmente, las sustancias químicas vitales regresan a los capilares y se reintegran a la sangre, quedando en las nefronas el exceso de agua y las sustancias de desecho de las actividades celulares. Esto es, la orina.

La orina fluye por canales cada vez más grandes que finalmente llegan a la cavidad central de cada riñón que conecta con unos conductos llamados uréteres para transportar la orina fuera de los riñones hasta la vejiga, un órgano muscular hueco que se dilata a medida que se llena.

Desde allí la orina se elimina del cuerpo periódicamente a través del conducto llamado uretra. Los músculos esfínteres son los que controlan la apertura y cierre de la uretra.

La piel

A medida que la sangre circula por la piel, las glándulas sudoríparas eliminan desechos.

La transpiración es la excreción de productos de desecho a través de los poros de la piel.

La transpiración es, en un 99% agua en la que están disueltas sustancias de desecho similares a las de la orina.

Las glándulas sudoríparas funcionan absorbiendo agua de la sangre y haciéndola salir a la superficie de la piel.

Esta excreción de agua y sustancias químicas forman parte del proceso a través del cual el organismo se deshace del exceso de calor. Este calor es también un producto de desecho.

Cuando la temperatura de la sangre se eleva, las glándulas sudoríparas excretan más agua de la sangre.

Cuando la transpiración se evapora, el cuerpo se enfría y las sustancias de desecho que estaban disueltas en el agua de la sangre quedan sobre la piel.

Esto no es más que una consecuencia de la función de la piel como regulador de la temperatura del cuerpo.

Los pulmones

Los desechos celulares que no son eliminados por los riñones ni por la piel, llegan hasta los pulmones transportados por la sangre.

La respiración libera agua del cuerpo, al igual que la piel, porque los pulmones tienen que estar húmedos para poder eliminar el dióxido de carbono del cuerpo, una de las principales funciones pulmonares.

La sangre que llega a los pulmones desde el corazón a través de la arteria pulmonar, es rica en dióxido de carbono.

Esta arteria se divide en vasos cada vez más pequeños, hasta que los capilares, de paredes muy finas, entran en contacto con los alvéolos, diminutos sacos que componen los pulmones. El dióxido de carbono atraviesa de esta forma las finas paredes de los capilares hasta los alvéolos pulmonares.

Con la expiración, el aire viaja a través de los conductos bronquiales hasta la tráquea y de allí a la nariz y la boca para salir al exterior. Así, otro producto de desecho es excretado de nuestro cuerpo.

El hígado

Entre las sustancias químicas producidas por las células del cuerpo se encuentra el amoniaco, que es altamente venenoso.

El hígado sirve como órgano de excreción, realizando la transformación del amoníaco en urea, que es una sustancia menos dañina. La urea pasa a la sangre y es excretada por los riñones junto con el resto de las sustancias de desecho.

Pero no todas las sustancias que se excretan son productos de desecho de las reacciones celulares; algunas son el producto del desgaste de las células.

Cuando los glóbulos rojos de la sangre mueren, el hígado descompone la hemoglobina que hay en ellos para su reutilización, mientras que los glóbulos muertos son reemplazados constantemente por nuevas células fabricadas por la médula ósea.

Las sustancias químicas que fabrica el hígado durante este proceso de ruptura de la hemoglobina se eliminan a través de los intestinos.

Sin embargo, la mayoría de las sustancias que atraviesan los intestinos no son productos de desechos de reacciones celulares, sino materiales que no son aprovechables por el organismo. Su eliminación la lleva a cabo en realidad el aparato digestivo.

Para mantener el cuerpo sano, el funcionamiento de nuestros órganos excretores debe estar coordinado con las necesidades cambiantes del organismo.

Ciertas glándulas controlan estas necesidades, por ejemplo, la glándula pituitaria, que regula la cantidad de agua que requiere nuestro cuerpo y cuanta debe ser excretada en cada momento determinado.

De esta manera, respondiendo a las necesidades cambiantes del cuerpo, los órganos excretores mantienen la cantidad de desechos celulares en niveles muy bajos.

Trabajando juntos, los principales órganos del sistema excretor eliminan continuamente los desechos de las células, manteniendo el cuerpo en perfecto equilibrio.

Formación de la orina

La formación de la orina es un proceso complejo del ser humano que consta de tres fases: filtración, reabsorción y secreción tubular.

Se trata del líquido amarillo que el cuerpo expulsa de manera natural varias veces al día y que está compuesto en su mayoría por agua y otras sustancias, como urea, ácido úrico, creatinina, entre otros.

De acuerdo con especialistas, la orina es de vital importancia dado que dependiendo de sus características se pueden diagnosticar ciertas enfermedades o patologías.

Por ejemplo, si es de color rosado o rojo, puede indicar presencia de sangre. Si es de color marrón, puede significar una fistula vesicointestinal, lo que sugiere una conexión entre la vejiga y el intestino.

Es por esto que al asistir a consulta médica una de las preguntas obligadas es sobre la micción; es decir, el acto de orinar. Incluso hay estudios que indican que aguantar las ganas de ir al baño es perjudicial para la salud y colabora al contagio de enfermedades.

Órganos que intervienen en la formación de orina

Como se mencionó anteriormente, hay tres órganos que influyen directamente en el proceso de producción de orina. A continuación se describen sus características más importantes:

Uréter

El uréter es el canal por el que se trasporta la orina desde los riñones hasta la vejiga a través de movimientos peristálticos. Son dos conductos que empiezan en la pelvis renal y culminan en la vejiga.

Una de las patologías más comunes que influye en esta parte del cuerpo es el llamado cólico nefrítico y sucede cuando estos conductos se obstruyen por un cálculo (litiasis). Por ende, el uréter aumenta sus movimientos peristálticos.

El uréter posee una pared muscular gruesa y revestida, lo que se llama epitelio transicional. La combinación de esto más los pliegues longitudinales permiten la distensión del uréter.

Los dos tercios superiores del uréter tienen dos capas de músculo liso: una capa interna longitudinal y la externa, que es circular. Estas características hacen que los pliegues del músculo liso del uréter sean menos demarcados que las del intestino.

Asimismo, la zona más externa se llama adventicia y está compuesta por tejido conectivo fibroelástico con vasos sanguíneos, linfáticos y nervios.

El recorrido de los uréteres por todo el cuerpo se evidencia en cuatro porciones:

– Abdominal

El uréter es un órgano que se encuentra en el retroperitoneo. Nace a la altura de la tercera vértebra lumbar (L3) y se distribuye a los cuerpos vertebrales L3, L4 y L5.

Por delante se encuentra el duodeno, por dentro la vena cava y la arteria aorta, y por los lados están los dos riñones.

– Sacroilíaca

El uréter pasa por la aleta sacra y la sínfisis sacroilíaca antes de llegar a los vasos ilíacos.

– Pélvica

En el caso del hombre, pasa por detrás de las vesículas seminales y el conducto deferente. En cuanto a la mujer, el uréter está debajo de los ovarios, del ligamento ancho y va al cuello del útero y los fondos de la vagina.

– Vesical

Atraviesa la pared posterior de la vejiga de manera oblicua por varios centímetros. La propia contracción de los músculos de la vejiga cierra el meato ureteral y el flujo de la orina hacia los uréteres.

La vejiga urinaria

La vejiga es un órgano hueco cuyo propósito es almacenar la orina hasta su expulsión. Está situada en la pelvis justo después del pubis.

En el nacimiento de la vejiga está el trigono, una base posterior en forma de triángulo donde se introducen los dos uréteres y en cuyo vértice se localiza la entrada de la uretra.

La vejiga es un saco, por lo que está integrada de tres capas de músculo liso. En comparación con los uréteres, la pared no marca mucha diferencia.

La primera capa es la serosa y se trata del peritoneo parietal que recubre la vejiga en la parte superior, posterior y laterales cuando está llena.

La segunda capa está formada por músculo liso con tres cubiertas más. La capa externa o superficial, formada por fibras musculares longitudinales; la capa del medio, compuesta también por fibras musculares pero esta vez circulares; y la interna o profunda, integrada por fibras musculares longitudinales.

Estas tres cubiertas originan el músculo detrusor, el cual cuando se contrae expulsa la orina y tiene como antagonistas los esfínteres de la uretra.

Este órgano está revestido por epitelio transicional y, producto del depósito de orina, la distensión de sus paredes permite que se acomode por aplanamiento de los pliegues de la mucosa y la expansión del epitelio transicional.

Uretra

Lo primero que hay que aclarar es que la uretra no es lo mismo que el uréter. La uretra es el conducto tubular por donde la vejiga expulsa la orina al exterior a través de la micción, denominación que se le da al acto propio de orinar.

La uretra va desde la vejiga hasta el meato urinario externo. En el caso de las mujeres, tiene una longitud que va aproximadamente desde 2,5 a 4 centímetros y su meato está en el vestíbulo de la vulva, justo delante de la apertura vaginal.

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