LOS ESPÍRITUS Y EL SUSTO
Eran tres espíritus que asustaban al pueblo que nunca había sol. Era un pueblo muy oscuro porque solamente dos días al año el sol los iluminaba solamente dos horas por día. En esas horas que el sol iluminaba al pueblo los espíritus se escondían y solamente cuatro horas al año, la gente del pueblo no tenía miedo. Era terrible vivir ahí.
Así pasaron los años. Los tres espíritus: Ray, Ton y Kin vivían felices en ese pueblo. Un día, una viejita muy arrugada y con cara de triste apareció de la nada en el pueblo. Era muy misteriosa y la gente le temía también. Después de un tiempo, la viejita se fue un día a la plaza principal del pueblo y elevando sus manos al cielo cantaba canciones muy raras. Los pueblerinos comenzaron a juntarse cerca de la viejita sin animarse a preguntarle que estaba haciendo. Después de un rato, un chico de siete años le preguntó. La viejita dijo: “Por fin alguien se anima a preguntarme. En este pueblo hay mucho miedo, tristeza, desesperación, y es por eso que los fantasmas pueden asustarlos. El sol nunca sale porque ustedes son un pueblo que nunca pide su calor y su luz. Juntemos las manos y todos unidos pidamos que este pueblo se llene de alegría, luz y calor, y que los espíritus y el miedo desaparezcan”.
Todos hicieron lo que la viejita dijo, y el pueblo floreció. Los pueblerinos vivieron felices, con la luz del sol, sin espíritus. Nunca nadie pudo agradecerle a la misteriosa viejita porque ella desapareció sin dejar ningún rastro.
FIN
Autor: Niclolás Artaz
5to Grado “B”
muy bueno el cuento nico
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