Seis amigos un ejemplo

Seis amigos un ejemplo

 

Esta historia comienza en una esquina donde una banda de muchachos deciden salir a robar. Los chicos eran seis: Rocko,  el lider que era delgado, alto rubio y de pelo corto; Juan, la mente del grupo; El Petizo de pelo largo y rastas; El Bandido, muy ágil para saltar paredones; El Chulo especialista en conseguir armas y El Barriga el más gordo pero más escurridizo.

   El objetivo a asaltar era una farmacia que venían observando hace varios días. Deciden entrar una noche por una pequeña ventana. El Chulo y El Barriga cuidaban que no los viera nadie, mientras que El Bandido y Rocco entraban. Llevaron bolsos y empezaron a meter en ellos todo lo que estaba a su alcance. Cuando casi habían pelado la farmacia, encuentran la caja fuerte y de un gran golpe en la cerradura la logran abrir.

¡Que nervios!

De repente empiezan a sonar las alarmas, se electrificaron todas las ventanas, entonces los chicos quedan atrapados dentro. Los chicos que estaban afuera del terror y la desesperación  quedaron paralizados. Inmediatamente se comenzaron a escuchar los sonidos de las sirenas de la policía y en un instante quedaron rodeados.

Los cuatro fueron encarcelados y estuvieron presos por varios años. El Petizo y Juan los visitaban y les decían lo arrepentidos que estaban de no haber impedido el delito. Al salir los muchachos tenían claro que a la cárcel no volverían y fueron a buscar trabajo pero no consiguieron por ser ex convictos.

   Pensaban como podían ser útiles para la sociedad y dejar la calle. Pero un domingo visitaron al abuelo del Petiso y vieron que al asilo le faltaba pintura y en los baños faltaban azulejos.

   El Petiso habló con la directora del lugar para arreglar la casa. La señora muy amable le cuenta que los materiales los tiene pero le faltaba la mano de obra. Entonces los chicos enseguida se pusieron a trabajar, unos pintaron y otros trabajaron de albañil; los abuelitos agradecidos organizaron para el domingo, luego que finalizaron los trabajos de refacción, una rifa para juntar dinero para poder pagarles. Ésta fue un éxito, juntaron un montón de dinero y los abuelitos se lo entregaron a los chicos. Ellos se sintieron muy bien ayudando a los abuelos, entonces pensaron a quién más podemos ayudar. El Chulo pensó en los niños de la guardería, entonces se llegaron hasta el jardín para hablar con la señorita Moni para preguntar qué necesitaban. La seño Moni les contó que había niños que no tenían útiles, a otros les faltaban zapatillas y que los juguetes estaban rotos.

Entonces los chicos con el dinero de los abuelitos Rocco fueron a la librería a buscar útiles mientras que Juan se encargaba de los calzados; y con el dinero sobrante El Petizo compró juguetes y golosinas. ¡Que alegría tenían los niños! Los padres sorprendidos por el cambio de estos chicos decidieron ayudarlos y organizaron una peña.

El sábado a la mañana los chicos y los padres se juntaron y empezaron a tocar las guitarras, algunos padres hicieron choripanes, las madres cocinaron empanadas y al compás de los bombos los chicos se pusieron a arreglar los juegos, soldaron hierros, clavaron maderas y por último pintaron los juegos arreglados con vivos colores. Al final de la tardecita los padres le entregaron al Petizo todo el dinero recaudado de la cantina. Con todo el dinero se acercaron al hospital y hablaron con la presidenta de la cooperadora y donaron una parte. El Bandido mientras tanto recorría el hospital y cuando pasó por la sección de pediatría se entristeció mucho al ver a un niño sólo, se acercó y le preguntó porque estaba sin compañía, el niño le respondió que sus padres vivían lejos y se habían quedado sin dinero para pagar el hotel en donde estaban alojados.

   Esa noche se reunieron los seis chicos y El Bandido les comentó a sus amigos cual era la próxima tarea; tenían que levantar una casita o un lugar de paso para todos aquellos que debían hacer varios tratamientos y que no tuvieran los medios para pagar un hotel. En el terreno del fondo del hospital con ayuda de otros hombres, construyeron una casa con varias habitaciones, una gran cocina, un comedor enorme y dos baños. _Allí, se podrán ubicar, varias familias -dijo Rocco contento-. A la noche, después de la inauguración oficial, se juntaron los amigos en la misma esquina y conversando dijeron:

_La verdad que es mejor trabajar y ayudar al prójimo en vez de estar pensando en robar o hacer cosas malas. –dijo el Bandido-.

_La gente nos saluda y nos quiere, en lugar de darnos vuelta la cara o tenernos miedo.

Desde ese día los seis amigos se transformaron no sólo en un ejemplo para sus amigos y familiares, sino también para todos aquellos que alguna vez cometieron un error y que quisieron y quieren hacer algo útil por sus semejantes.

 

                       Fin

 

Lucha ventosa